29 de Septiembre del 2011. Ese día -contaré en el futuro- pasaron varias cosas en Chile chiquillos: comenzaba la mesa de diálogo entre la CONFECH y el Gobierno, el Shago Morning le ganaba de visita a Huachipato, y LUN tenía a la Hanna Montana chilena en su portada. Pero ese día, fue memorable por otra cosa. Ese día, el exterior de Beauchef se transformó en un campo de batalla.
Para el que rehuye de estas situaciones de violencia post-marcha -como yo- por miedo o porque no está ni ahí con quedarse hasta el final de los aburridos actos finales, las imágenes de un guanaco tirando agua o de un zorrillo tirando lacrimógenas es algo lejano, que te lo cuentan siempre en la tele. Pero cuando te llevan todo este espectáculo al patio de tu casa -de tu 2da casa, para ser más precisos-, la situación se torna sin sentido, y todo pasa sin explicación. Todas las cosas pasan porque sí, y dejan de pasar anda a saber tú porqué.
Nada tiene sentido
De partida, son sólo las 11.45am y desde el piso solo veo una masa de gente corriendo hacia mi, con el guanaco escupiendo agua como loco de fondo. "Y por qué weon?" me pregunto, parado en Plaza Ercilla. Pero da lo mismo, hay que correr no mas. Entonces me voy a ver todo desde el aire: desde una terraza en un 5to piso, con vista VIP hacia Blanco Encalada. Y entonces me doy cuenta que nada tiene sentido: la masa corre despavorida, el guanaco sigue tirando agua, y caen todos por igual. Los que marchan pacificamente, las batucadas, los que llevan lienzos, la prensa, el tío de los limones, la vieja de las sopaipillas, los encapuchados. Todos a mojarse no más. La tarea es sacarlos de la calle. A todos. Como sea.
Entonces, ya es la 1pm, y los que marchaban pacíficamente, esas 30.000 personas-como-yo, que cuando las cosas se empiezan a poner brígidas, se van a almorzar mejor, quedan esos 200 capuchas. Los que no son invitados ni convocados por nadie, pero le ponen aguante y empeño en la lucha. Su lucha. Que es distinta a la nuestra: su lucha es "contra el sistema". Acá, personificados en los que tratan de mantener el orden, pero que, de pasada, contribuyen a dejar más la escoba. Carabineros de Chile. Aquí, me quiero detener en algo: hoy concluí que hay capuchas consecuentes e inteligentes. Y también hay capuchas tontos. Luego volveré sobre ambas distinciones, pero los dos grupos atacan recurrentemente al zorrillo o al guanaco de turno, en el juego del tira y afloja. Y los Carabineros ponen su cuota de empeño (?) también, con movimientos tan sin sentido, como el zorrillo que se pasea de lado a lado por Blanco. Le lanzan piedras, palos, pintura. Y vuelve a refugiarse junto al guanaco. Sin tirar un sólo ml de gas. Para que? No tengo idea. O que, teniendo 2 guanacos, 4 zorrillos y una pila de FF.EE., dejan que los capuchas derriben los semáforos y luego dispersan. Todo esto, amenizado por la batucada de Geología, que seguía tocando en el techo. No les dije que nada de esto tenía sentido?.
Entre todo esto, me topo con Camila Vallejo y Giorgio Jackson conversando en mi propio edificio de Civil.
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Camila Vallejo y Giorgio Jackson en las afueras de Civil |
Y así transcurren unas largas 5 horas más, con capuchas buscando cualquier cosa que sea lanzable, y retumbable. En que se diferencian los capuchas consecuentes y los capuchas tontos?. En que los primeros, saben distinguir muy bien cual es "la lucha", quien es "el enemigo", y cuales son "sus armas". Son tipos que buscan piedras para lanzarselas a Carabineros. En que ayuda eso en el contexto del movimiento estudiantil? En nada, porque es otra lucha. Y los capuchas tontos? Son los tipos que atacan a Carabineros. Pero también al mobiliario urbano, a los paraderos, a los semáforos, a las bancas de la plaza. Da lo mismo, la cosa es destruir algo, para tratar de destruir otra cosa. Con los primeros, se puede dialogar, y entienden tu posición. Los segundos, no te pescan ni en bajada. Y además, se repite un patrón entre ellos: son puros washiturros.
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Washiturro destruyendo un farol |
Mención especial -y sin sentido- merecen los maestros de Beauchef Poniente. Los obreros prestaron cuanta cosa desechable encontraron para armar las barricadas, aplaudieron cuando los washiturros la prendieron, y después siguieron trabajando no más. Como si nada.
Imágenes mentales del día
Hay dos imágenes mentales, que me quedarán por ahí guardadas en mi cabeza. La primera, es la de ver un zorrillo a punto de entrar por Beauchef 850. Yo no se como hubiésemos reaccionado si entraba. A lo mejor nos hacía recagar a todos con más lacrimogenas, hasta morir, y ningún limón o amoniaco nos hubiera servido. O a lo mejor, cagaban ellos, y por entrar a la U sin permiso, se ganaban algo más que un pape. La cosa es que alguien atinó a cerrar las puertas, y otro alguien dentro del zorrillo atinó a no entrar no mas. Pero fueron esos 5 segundos en donde, dentro de lo adrenalínico de la situación, todo pasa en cámara lenta.
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Zorrillo en puerta de Beauchef 850 |
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Beauchef 850 bajo el ataque de las lacrimógenas |
La segunda imagen es la de 70 personas mirando en la escalera como Beauchef era un campo de batalla. Hasta ese momento, estar metido allí era como ver la guerra en vivo y en directo, pero con algo más que HD, y con palcos preferenciales en 1ra fila. Eso, hasta que miro para arriba y veo que vienen dos lacrimogenas voladoras. Directo hacia la escalera. Entre esas 70 personas, no solo estaba yo y un par de aguerridos buchefianos mirando la escena. También estaba el Decano de Injeniería. Y con su sonrisa imborrable de todo-está-bien, aunque se esté acabando el mundo -o le estén lloviendo lacrímogenas por delante- supo sortear con éxito y un par de lágrimas la escena. Yo creo que, si hay alguna imagen más humana de este hombre, es justamente esta. Y con estas dos cosas, puedo decir que, después de 6 años en Beauchef, ya lo he visto todo.
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El Decano (de café), justo antes de recibir su dosis de lacrimógenas |
Meanwhile in Beauchef
Después de más de 7 horas de batalla campal en Beauchef y en Blanco Encalada, y cuando los capuchas vivos y los washiturros ya se fueron -seguramente, porque los Carabineros se aburrieron de jugar, y se replegaron no más, y ya no habia nada más a que tirarle piedras- pude dimensionar los daños. La calle apareció llena de escombros, los semáforos de la esquina fueron arrancados de cuajo, hay una luminaria caida, el Transantiago tiene un paradero menos, y hay dos vidrios rotos en el edificio del CEC. Pero la Escuela la sacó barata en todo caso.
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Vidrio roto en el CEC |
Mientras todo esto pasaba afuera, adentro de Beauchef también pasaban cosas sin sentido. Podrá estarse incendiando Santiago, pero en la cancha de Injeniería siempre hay gente dispuesta a jugarse una pichanga. Y hoy no fue la excepción, porque durante todo el día, la pelota nunca cayó en esa cancha. Y por otro lado, los pastos de Beauchef conocieron una variedad impresionante de vendedores ambulantes, con todo tipo de artilugios para pasar el rato: limones a $100 la unidad, helados pa la sed y la calorsh. Y lo más importante y ridículo: dos latas de Dorada por $1000. Y eran Doradas, nada más que porque las Balticas "estaban calientes", según el vendedor. Y ahora si que, con esto, puedo decir con toda seguridad que ya lo he visto todo en Beauchef. Puedo morir en paz. O al menos, titularme luego.
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Las pichangas no se detuvieron durante el día en Beauchef |
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Un Buchefiano comprando dos Dorada por luca en la terraza |