Santiago de Chile no es un destino que cautive a los extranjeros. Ciertamente, los gringos y europeos que vienen a nuestro país usan a nuestra capital como paso obligado hacia sus destinos finales, como San Pedro de Atacama, Isla de Pascua o Torres del Paine. Y en ese sentido, los esfuerzos de nuestras autoridades han estado, en los últimos años, enfocados a que el turista se quede un par de días en Santiago, disfrutando nuestra capital que tanto tiene que ofrecer, en un país ordenado, confiable y seguro, atributos más que archirepetidos por ellos mismos.
Sin embargo, pocas veces vemos que Santiago sea el epicentro de algo que suene en el resto del mundo. Ayer fue un día de esos, en donde el nombre de nuestra ciudad salió en los principales medios del mundo, como la primera ciudad en albergar la marca Lollapalooza fuera de las fronteras de EE.UU. Y vaya que es una marca fuerte: con 20 años realizando uno de los festivales más importantes de la tierra del Tío Sam -junto a Coachella-, tiene tradición y un nombre que cuidar. Por lo mismo, no podían elegir cualquier país -ni ciudad- para albergar este experimento, y eso habla bien de nuestro país. Claro, sumado a que Chile presenta garantías como país en donde se respetan los acuerdos, y las instituciones funcionan, aquí hay más de 50.000 pelagatos dispuestos a pagar más de USD80 por un día de festival, pero eso es otro tema.
Ayer, el Parque O'Higgins se llenó de gente diversa, y eso fue uno de los fenómenos más notables del festival. Caminar escuchando otros idiomas, viendo gente de otras razas, y porque no decirlo, de rarezas -como unos tipos con overol que se colgaron basura encima- que sólo se ven en un evento de este tipo, se valora. Mucho gringo rubio, gente negra tipo Bronx, brazucas y argentinos, caribeños y mexicanos, me hizo sentir en un espectáciulo que efectivamente, había traspasado las fronteras. Lollapalooza no solo marca el punto de inicio de una nueva etapa en espectaculos -ha sido el show más caro en la historia, con USD8 millones invertidos-, si no que marca la pauta para futuros eventos de este tipo que se quieran hacer en nuestro país, porque demostró que las condiciones están dadas en este punto del globo para eso. Son estas las cosas que pueden funcionar muchísimo mejor que cualquier campaña nacional en el extranjero (como no olvidar el vapuleado "Chile: All Ways Surprising").
Claro que, frente a tanta diversidad, me haya sentido en cualquier festival gringo u europeo, pero hay cosas que siguen acordando que estamos en Chile. No falla la idiosincracia nacional, y lo más "nacional" sale a relucir: han mejorado los baños químicos -hasta espejo tenían- pero igual quedan inmundos al final del día. Quedó el despelote en el Tech Stage, que tuvieron que venir Carabineros montados a repeler al respetable público (nota a la producción: pal prox. año, hagan el enroque entre el Kidzpalooza a La Cúpula, y el Tech Stage afuera de Fantasilandia....asopaos!). A pesar de todos los esfuerzos porque fuera un evento "verde", igual quedaron montañas de basura botadas en la elipse. Y hasta vendedores de "cuchuflí barquillo" habían, como para que los turistas no digan que no probaron nuestras exquisiteces.
En fin, pueden decir que importamos cuestiones extranjeras, pero de que Lollapalooza fue un aporte al mundillo de la cultura pop -no sólo la música tuvo cabida acá-, de eso no tengo dudas. Con Lollapalooza, nos graduamos de cosmopolitas....pero a lo "chilean-way". Obviamente.
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