Ante unas 8000 personas en el Movistar Arena, y con 30 minutos de retraso -pero puntualmente a las 21.30- el cuarteto escocés se reencontró con el público chileno, después de aquel extraño paso el 2006 como teloneros de U2, y su aparición en el Festival de Viña al día siguiente. Apoyándose en hits mayoritariamente de sus 2 primeros discos, como kachando que por estos lares el último disco Tonight: Franz Ferdinand no ha tenido demasiada pegada, la banda salió con todo a hacer bailar y saltar al público, mayoritariamente teenager. Y no se guardaron nada: The Dark Of The Matinee, Take Me Out, 40', This Boy y Walk Away fueron algunas que todo el respetable coreó, mezclándolas con algunas del último disco, como Can't Stop Feeling y Ulysses.
Fueron casi 1 hora y 45 minutos en donde la banda reafirmó el vínculo con sus fans chilenos, los mismos que le regalaron una camiseta de la selección al guitarrista, con el nombre de McCarthy en la espalda, y que no tuvo en problema en ponersela inmediatamente.
En el interludio, el vocalista, Alex Kapranos, dió un pequeño discurso en donde dedicó el concierto a todos los fans que sufrieron el terremoto y tsunami -o TUSUNAMI a lo Piñerastyle- y que no pudieron viajar a ver el concierto, uno de los momentos mas aplaudidos de la noche.
Puede que haya sido la contingencia de estos dias, pero la puesta en escena de Franz Ferdinand fué muy basica: proyecciones solo en algunas canciones en un telón de fondo, y un juego de luces nada rebuscado. No hubieron pantallas de LEDs ni nada de eso, pero la banda escocesa, una de las pocas no-depresivas que han salido de la isla británica, como bien lo dijo Mauricio Jürgensen en La Tercera, reivindican uno de los lugares comunes más usados en el mundo de la musica: cuando existe talento, no importa el resto.
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