29 de enero de 2008

El Chile de los Campamentos...

"Hace 5 años que vivo aqui...uno se acostumbra". Lo que me intentaba decir la Sra. Luz esa tarde, bajo 30° de calor, era que ya estaba acostumbrada a escuchar como pasaban los buses y camiones de la Ruta 5 prácticamente por al lado de su oreja, a unos cuantos kms de Longaví, VII Región. O de como tronaba la tierra al pasar el tren de carga todas las noches unos metros más allá. Y es que, en verdad, esta gente es digna de un aplauso. No es fácil la vida en un campamento. En los 3 lugares donde me tocó construir, les faltaba el alcantarillado. Tenían luz y agua potable. Algo a lo que uno está tan acostumbrado, como una ducha, acá no existe. Viven hacinados. A veces, todos en la misma pieza.

La Sra. Lunita, de otra familia a la que le construimos, tenía una pequeña Pyme, que consistía en limpiar porotos. O sea, cuando algún pelmazo va al super a comprar un kilo de porotos, se le habia ocurrido que hay gente que gana 1000 pesos por limpiar ese y otros 49 paquetes iguales??. Por lo menos, a mi no. Ese es el otro Chile, el que se ve sólo en cifras en los diarios. Hay que estar ahí para saber que existe, y eso es lo lamentable. La Sra. Luz tenía una pequeña huerta, en donde cultivaba papas, cebollas, tomates, y una pila de cuestiones más. Con eso, lograba alivianar, en algo, las provisiones para el invierno. Loable es que ella produzca sus alimentos. Porque ella vivía a unos 20 mins. caminando de Longaví. Y ya me imagino: si caminar esos 20 minutos bajo el sol era un asco, con lluvia en invierno debe ser mucho peor.

Otra cosa que me llamó la atención es que guardan hartos cachureos...planchas de zinc inservibles, tablas podridas, ruedas de bicicletas oxidadas...las venderán como chatarra?. Y por ultimo, todas, pero TODAS las familias, tienen al menos un perro. Ahí se confirma que es el más fiel amigo del hombre, porque los perros no se van de ahí, siempre estan con ellos.

Lo que UTPCh hace es cambiarles, en algo, la calidad de vida. Por algo que parece tan poco para nosotros, una casa de 18 mt3, para ellos es algo grandioso. Les sube el pelo, como decia un cartel de publicidad del Techo, que vi en el centro de Concepción, y se me vinieron a la memoria todos estos recuerdos. Y mientras se desplomaban las bolsas mundiales, o habia un terremoto en el gabinete de Bachelet, la Tia Luz volvia a su trabajo de cosechar frambuesas, o la Tia Luna seguía limpiando porotos. Porque esa es su real preocupación. Y la preocupación de nosotros deberían ser ellos.

Durante una de las tantas cazuelas que comimos esa semana, le preguntamos a la Tia Luz si podia hacer un balance de su vida. "Soy feliz..." nos dijo. Y ahí quedé pa' dentro...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario